Aunque habitualmente tendemos a basar solamente en el color nuestras decisiones sobre la pintura que más conviene a nuestro hogar, en realidad deben tenerse en cuenta otros aspectos más relevantes, como es el tipo de pintura y el nivel de brillo que deseamos darle.
En líneas generales, lo primero que interesa determinar es si la pintura será a base de látex o de aceites, que son los tipos más populares. La más habitual para paredes y techos de interior es la pintura de látex, a base de agua, que se aplica fácilmente a rodillo o brocha y proporciona un acabado duradero y comodidad en la limpieza, simplemente con agua y jabón.
La pintura a base de aceites tiene lo que le falta a la de látex: es suave, sumamente resistente a la rotura y el desgaste; pero en su contra presenta una aplicación más engorrosa, pues tarda en secar y la limpieza debe hacerse con disolventes especiales.
Ambas clases de pintura pueden encontrarse en distintos niveles de brillo, que determinarán su capacidad para ocultar desperfectos y la sencillez de limpieza. El acabado satinado, o en cáscara de huevo, es idóneo para las estancias de más uso, como cocina, pasillos o habitaciones infantiles, ya que es muy duradero y fácil de limpiar.
Los acabados semi-glossy, por su parte, resultan idóneos para resaltar detalles, como molduras, puertas, barandillas y ventanas. Como resisten altos niveles de humedad, suelen ser muy empleados también en baños o en terrazas y balcones cubiertos.
Estas son las diferencias más básicas en el mundo de las pinturas. Dentro de cada tipo, es posible encontrar una gran variedad de matices que le ayudarán a crear el ambiente de su hogar. No deje de consultar con un profesional para descubrir cuáles son las últimas novedades que puede encontrar en el mercado.